MAREMAR
Editado
Ariola 206.891 I. LP. 1985
Grabado
Estudis Eurosonic, en febrero y marzo 1985
Ingeniero de sonido
Mike Cooper
Ayudantes de estudio
Alberto Pinto y Fernández Álvarez
Mezclas de estudio
Alberto Pinto y Fernández Álvarez
Mezclas digitales
Sistemes F.1 y U-matic
Arreglos y dirección musical
Manel Camp y Lluís Llach
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Este disco ha sido reeditado por:
CBS 463499/1 LP. 1989
PICAP 80 0028 1992
Claus Records 03 00105| 04 2003
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Lluís Llach es un autor prolífico, ¡ cómo
hay mundo! Casi cada año nos sirve, caliente como un panecillo acabado
de salir del horno, un nuevo trabajo discográfico. Esta frecuencia,
evidentemente, puede repercutir de manera negativa en la calidad de los resultados,
haciendo que temas excelentes se alternen con otros no suficientemente desarrollados
y que hace más pinta de relleno que no de gallo. Asimismo, el último
disco del cantante de Verges parece una excepción: desde I si canto
trist (1974) – a mi entender, su álbum globalmente más conseguido
– no nos ofrecía un trabajo tan coherente, sin altibajos notables
y, al mismo tiempo, con climas musicales bien diversos.
Pese a que a Maremar no incluye ninguna composición larga – del tipo
de Ítaca, Campanades a morts o Ara mateix – los temas de la primera
cara del disco forman una unidad muy evidente. El hilo conductor es la interiorización
de la muerte de una persona querida, la añoranza que esta desaparición
implica, y la aceptación del hecho en nombre de las leyes cíclicas.
La primera canción es la que da título al álbum. Musicalmente,
conecta con la sonoridad “mediterránea” que aparece en la obra de
Lluís Llach a partir de Si arribeu y Vaixell de Grècia y que
se consolida plenamente en El meu amic el mar. Pero, ¿porqué
Maremar? ¿Porqué la unión de estas dos palabras parar
formar esta especie de neologismo llachiano? Podríamos hablar,
quizás, del mar como madre universal. Es el líquido amniótico
de un fetos que será la Humanitat.
Lluís Llach, nos sitúa en este decorado de entrada, antes de
pasar a hablarnos de su otra madre – la “particular” – porque sabe que, al
final, las dos acabaran identificándose en un nivel casi panteísta.
El segundo tema – Cant de l'enyor – es una bellísima composición
inspirada con motivos melódicos del Misterio de Elche, y que cuenta
con la colaboración vocal de Maria del Mar Bonet – espléndidamente
natural – y de Marina Rossell – pletórica, pero un poco demasiado
afectada para mi gusto. Después, la canción Nin non alarga
este diálogo con la madre desaparecida en forma de nana – musicalmente
es un vals con muchos puntos de contacto con fragmentos de Verges 50. Dicen
que el sueño es el hermano de la muerte, ¿no? Personalmente,
encuentro en este tema matices de una de las últimas canciones que
grabó Brel: Jojo. Pienso, especialmente, en este fragmento: “... mai
heureux de savoir / que je te viens déjà”.
Un núvol blanc, la última pieza de la cara, es para mí
la pieza central del álbum. La añoranza y la tristeza dejan
paso a la esperanza – este núvol blanc ya comentado en el tema Maremar
–: el mundo es un círculo lleno de círculos, un conjunto de
ciclos perfectos y la aceptación de una marcha implica hacer posible
el retorno. Una suprema melodía ilustra esta filosofía un poco
arraigada en el vitalismo de Salvat-Papasseit (“... porque para volver a
naces necesitamos morir”).
Cuatro temas más completan el disco. A l’estació potencia más
que el resto el elemento rítmico y la instrumentación “moderna”.
Mai no sabré reemprende un tema ya utilizado en Infant de Beirut:
la aceptación del horror y el crimen como hechos “normales”
implica la deshumanización total. Només per a tu es una joya
melódica que corre el riesgo de pasar desapercibida. En el terreno
temático, el amor es tratado como un juego de necesarias paradojas
y aparentes contradicciones. El álbum es cierra con No, un tema
coral con resonancias del Campanades a morts que se trata, implícitamente,
de la integración dentro la OTAN. Solemne, un poco grandilocuente.
Pero efectivo, y de eso se trata.
Lluís Llach continua siendo un excelente melodista y sabe rodearse
de los arreglistas adecuados – Manel Camp y Carles Cases – para conseguir
los climas musicales más adientes. Los textos tomados al margen de
su “oralidad” no me parecen tan cojos como de costumbre, pero pienso que
todavía se podrían pulir un poco sin hacerles perder la espontaneidad.
El hecho es que Maremar es un buen disco que nos muestra un Llach en forma,
lejos ya del estruendo que representó I amb el somriure, la revolta.
Serra d'Or (1985) |
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1. Maremar |
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| 2. Cant de l'enyor |
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| 3. Nin non |
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| 4. Un núvol blanc |
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| 5. A l'estació |
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| 6. Mai no sabré |
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| 7. Només per a tu |
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8. No
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